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Rostro de mujer por la propia mano de Natura pintado tienes tú, señor señora de mi pasión; corazón gentil de mujer, pero no habituado al astuto cambio como es usanza de las falsas mujeres; ojo más brillante que el de ellas, menos falso al girar, dorando el objeto que mira; hombre en aspecto todos los aspectos al dominar, que le roba los ojos a los hombres y a las mujeres las almas desconcierta: y es que para mujer fuiste primero creado, hasta que Natura, mientras te hacía, se enamoró, y por adición de ti me privó, al añadir algo para mi propósito nada. Pero puesto que te apuntó para placer de las mujeres, mío sea tu amor y el uso de tu amor su tesoro.
Otto Theodore Gustav Lingner |
97
¡Cómo se ha asemejado a un invierno mi ausencia de ti, placer del fugaz año! ¡Qué heladas he sentido, qué días oscuros visto! ¡Qué desnudez del viejo Diciembre por doquier! Y sin embargo este tiempo separados era tiempo del verano: el copioso otoño preñado de rica fecundidad pariendo el exuberante vástago de la primavera, como vientres enviudados tras la muerte de sus señores. Sin embargo esta abundante prole no me parecía sino esperanza de huérfanos, y fruto sin padre; pues el verano y sus placeres te escoltan, y si no estás hasta los pájaros enmudecen, o si cantan, es con ánimo tan lánguido que las hojas palidecen, temiendo que el invierno se aproxima.
Otto Theodore Gustav Lingner |
116
"Permitid que no admita impedimento
ante el enlace de las almas fieles
no es amor el amor que cambia siempre por momentos
o que a distanciarse en la distancia tiende.
El amor es igual que un faro imperturbable,
que ve las tempestades y nunca se estremece.
Es la estrella que guía la nave a la deriva,
de un valor ignorado, aún sabiendo su altura.
No es juguete del Tiempo, aun si rosados labios
o mejillas alcanza, la guadaña implacable.
Ni se altera con horas o semanas fugaces,
si no que aguanta y dura hasta el último abismo.
Si es error lo que digo y en mí puede probarse,
decid, que nunca he escrito, ni amó jamás el hombre".
Otto Theodore Gustav Lingner |
150
¿De qué poder tuviste los poderes
de guiar mi corazón tu alevosía,
de cautivarme falsos pareceres
de negar que la luz agracia al día?
¿De dónde es que embelleces lo dañino,
que hasta en tus mismas faltas y perjuicios
hay tanta fuerza y tanto ingenio fino
que en mí superan todo bien tus vicios?
¿Quién te enseñó a lograr que yo te ame
cuantas más causas de odio en ti he encontrado?
Si lo que amo a los otros es infame
con los otros no habrás de odiar mi estado.
Si se alza mi amor por tu malicia
más digno de tu amor soy, en justicia.
Otto Theodore Gustav Lingner |
151
No sabe amor, por joven, de conciencia
¿mas quién no sabe que ella de amor nace?
No culpes, falsa, pues, mi deficiencia
pues de ella tu dulzor culpable te hace.
Porque tú traicionándome traiciono
por la traición del cuerpo mi hidalguía
el alma al cuerpo le transfiere el trono
del amor, pues la carne más no ansía.
Por tu nombre empinándose te observa
como precio triunfal y se envanece
se contenta sin más con ser tu sierva
se yergue en tu interés, por ti decrece.
No es falta de conciencia que apellida
amor a quien es mi alza y mi caída.
Otto Theodore Gustav Lingner |