martes, 8 de julio de 2014

POEMA PRERRAFAELITA - EL AMOR ES SUFICIENTE - WILLIAM MORRIS


Francois Boucher


El amor es suficiente: 
aunque el mundo disminuya, y los bosques no tengan voces salvo la voz de la pena,
aunque el cielo sea demasiado negro para que los débiles ojos perciban el rubor dorado de las flores creciendo debajo,
aunque las colinas sean pilares de sombras, y el mar una maravilla oscura, y ese día dibuje un velo sobre todos los hechos pasados,
sus manos no harán temblar, sus pies no harán vacilar; el vacío no agotará ni el miedo alterará estos labios y estos ojos de amante y amado.

William Morris (1834-1896)





lunes, 7 de julio de 2014

ODA A UN RUISEÑOR - JOHN KEATS

"Siempre eres nueva. El último de tus besos siempre fue el más dulce, la última sonrisa, la más brillante, el último gesto, el más grácil".



"Una cosa bella es un goce eterno", decía John Keats. ¡Ah!, John Keats. Háganme esta concesión: lean esta poesía, acompañen cada verso rozando por igual el infinito y el fin del mundo: escribía al amor de su vida (aunque suene cursi), Fanny Brawne. No esperen más y lean:



I

Me duele el corazón y un pesado sopor entorpece
mis sentidos, como si hubiera bebido cicuta
o apurado un denso opiáceo hasta el fondo,
hace un minuto, y me hubiese hundido en aguas del Leteo.
No por envidia de tu feliz destino,
sino por ser feliz en exceso con tu dicha,
pues tú, Dríada de alas ligeras de los árboles,
en algún escondite melodioso
de los verdes hayedos, de innumerables sombras,
con soltura y voz plena le cantas al verano.

                                      II

¡Oh, si bebiera un sorbo de la cosecha añeja
largamente enfriada en la profunda cueva,
con el sabor de Flora y de los campos verdes,
las danzas y los cantos provenzales, los goces bajo el sol!
¡Oh, una taza repleta del Mediodía cálido,
llena de verdadera, sonrojada Hipocrene,
con burbujeantes gotas titilando en el borde
y manchada de púrpura la boca;
beberla y, sin ser visto, abandonar el mundo
y perderme contigo en la floresta oscura!

                                      III

Perderme lejos, disolverme y olvidar por completo
lo que tú entre las hojas jamás has conocido,
el hastío, la fiebre, la zozobra de aquí,
donde los hombres se sientan a escuchar lamentos,
donde el temblor agita unas pocas, últimas canas tristes,
donde la juventud se vuelve pálida, delgado espectro, y muere;
donde el solo pensar es llenarse de pesares
y desesperanzas de ojos plomizos;
donde la Belleza no puede conservar el fulgor de sus ojos,
ni el nuevo Amor suspirar por ellos más de un día.

                                      IV

¡Lejos! ¡Lejos! Pues volaré hacia ti,
no en el carro de Baco con sus leopardos,
sino en las alas invisibles de Poesía,
aunque la mente obtusa se confunda y se retarde.
¡Ya estoy contigo! Qué suave es la noche,
acaso esté la Reina Luna ya en su trono
y alrededor todas sus hadas estelares;
pero no hay luz aquí,
salvo la que del cielo viene con las brisas
por entre sombras verdes y sendas de musgo sinuosas.

                                      V

No alcanzo a ver qué flores se encuentran a mis pies
ni qué sutil incienso está suspenso de las ramas,
pero en la fragante oscuridad adivino cada aroma
con el que, acorde a la estación, este mes dota
a la hierba, al soto y al frutal silvestre,
al blanco espino y a la pastoril rosa de la zarza.
Frágiles violetas cubiertas de hojarasca,
y la hija primogénita de mediados de mayo,
rosa de almizcle en ciernes, ebria de rocío,
morada murmurante de moscas en el crepúsculo de estío.

                                      VI

Escucho entre las sombras; cuán a menudo
me he enamorado a medias de la apacible Muerte,
le he dado dulces nombres en pensativas rimas
por que llevara al aire mi aliento sosegado;
ahora más que nunca, morir fuera fortuna,
dejar de ser en mitad de la noche sin dolencia,
mientras tu arte derrama el alma lejos en torno
en esa suerte de éxtasis.
Tú seguirías cantando mientras yo en vano tendría oídos
para tan alto réquiem, vuelto ya hierba y tierra.

                                      VII

Tú no has nacido para morir, ¡oh pájaro inmortal!
Las generaciones hambrientas no te pisotean.
La voz que escucho en esta noche que pasa fue escuchada
en épocas remotas por el emperador y por el rústico;
quizá sea la misma canción que se abrió paso
hasta el triste corazón de Ruth, cuando, nostálgica de su hogar,
se detuvo a llorar en mitad de un maizal extranjero;
la misma que muchas veces ha hechizado
los mágicos postigos abiertos a la espuma
de peligrosos mares, en legendarias tierras olvidadas.

                                      VIII

¡Olvidadas! ¡Palabra semejante a una campana
que dobla para traerme de regreso, de ti a mi soledad!
¡Adiós! La fantasía no puede engañarnos
tan bien como su fama pregona, elfo decepcionante.
¡Adiós! ¡Adiós! Tu quejumbroso himno se pierde
más allá de estos prados, en la corriente silenciosa,
ladera arriba; y se sepulta hondo
en los claros del bosque de otro valle cercano.
¿Fue una visión o un sueño de vigilia?
Esa música ha huido. ¿Estoy despierto o duermo?



John Keats vivió 25 años. Su carrera como escritor duró poco más de cinco, y tres de sus grandes odas (Oda a un ruiseñorOda a una urna griega y Oda a la melancolía) fueron escritas en tan solo un mes.

En ese tiempo conoció a la mujer de su vida, con la que viviría un amor sencillo y puro. La correspondencia que él le enviaba a diario sería considerada por T. S. Eliot como la más notable del panorama literario inglés. 
La tuberculosis, enfermedad que padecería como su madre y su hermano, le separó de su amada y le llevó a morir a Roma. Allí, en su último aliento, pidió esculpir en su tumba: “Aquí yace uno cuyo nombre fue escrito en el agua”. El hombre que pasó por la vida de puntillas fue, además, ignorado y vilipendiado por sus contemporáneos.
John Keats
(Londres, Inglaterra, 1795-Roma, Italia, 1821)





¡Qué maravilla! espero que lo hayan disfrutado tanto como yo.


HELENE SCHJERFBECK - PINTORA FINLANDESA QUE ME HA EMOCIONADO - MUJERES CREATIVAS














La mordacidad de sus autorretratos alrededor de los ochenta años de edad los hace únicos en la historia del arte, vean:














Helene Schjerfbeck (Helsinki, Finlandia 1862 - Saltsjöbaden, Suecia1946)

Ingresó en la Escuela de la Sociedad Finlandesa de Arte en 1873, asistiendo después a la academia privada de Adolf von Becker en Helsinki de 1877 a 1878. 

Como su familia no era adinerada, Helene tuvo que depender de becas. En 1880 pudo marchar a París, donde estudio en la academia para mujeres de Mme. Trélat de Vigny, y en 1881, pasó a la Académie Colarossi. 

El talento precoz de Helene Schjerfbeck y una lesión de cadera sufrida a la edad de cuatro años, le afectaron durante toda su vida.

Su enfoque era esencialmente subjetivo. Comenzó a desarrollar su estilo modernista y se concentró en la pintura de tipos y en simplificar la expresión a lo esencial. Desarrolló de forma consecuente su enfoque pictórico, como podemos apreciar en sus bodegones coloristas. Sin embargo, su gran pasión siguió siendo pintar al prójimo, su espíritu y su carácter.









http://www.19thc-artworldwide.org/spring08/100-helene-schjerfbeck-het-geheim-van-finland



domingo, 6 de julio de 2014

SI RECORDARAS AMOR MÍO - ANA ROSSETTI

John William Godward.



Si recordaras, amor mío, qué es lo que te aguarda tras las
seguras paredes de la espera.
Si recordaras cómo ¡y qué cruelmente! el deseo atendido
oculta su puñalada de decepción.
Si recordaras que, una vez que la pasión estalla, el secreto
deja de ser escudo y huida,
no me insistirías para que te mostrara, para que te ofreciera,
para que te otorgue.
Sino que te resignarías a sobrevivir dentro de mí en el dúctil
territorio de los sueños, donde todos los modos de ternura
que puedas inventar son permitidos, toda tempestad música
y ningún temor es irrevocable.
Si recordaras, Amor mío, qué es lo que te aguarda tras las
seguras paredes de mi corazón,
no me obligarías a levantarme en armas contra ti, a detenerte,
a desmentirte, a amordazarte, a traicionarte...
antes de que te me arrebaten, dulce silencio mío,
mi único tesoro, insensato e irreductible sentimiento.



Ana Rossetti, (de "Punto umbrío" 1995)

ME EMBRUJASTE - COPLA FLAMENCA DE CARLOS CANO

No se por donde me vino
este querer sin sentir,
ni se por que desatino
todo cambio para mi.
Por que hasta el alma se me iluminó
con luces de aurora al anochecer,
Por qué hasta el pulso
se me desbocó y toda mi sangre
se puso de pie.


Chula de ojos verdes, H. Anglada Camarasa

Me miraste, me miraste
y toda mi noche
oscura de pena ardió de lucero,
me embrujaste, me embrujaste
y un rio de copla cantó
por mis venas tu amor verdadero.
Si estaré mi vida soñando
y tendré que despertar
lo que a mi me esta pasando
no es mentira ni verdad.


Kees van Dongen

¿Qué me diste? ¿qué me diste?
que asi me has cambiado
de nieve en hoguera de roja pasión
no me aleje tu vera
que sin ti no hay pa' mi remisión.
No estas viendo
que al llamarte como loca
desde el alma hasta la boca
se me sube el corazón.



Granadina, H. Anglada Camarasa

No se si hay otra que quiera
con la pasión que yo a ti,
vivir de esta manera
más que vivir es morir,
por que me despierto
temblando a sola
y miro a la calle
desierta y sin luz,
por que tengo la corazoná
de que vas a darme
sentencia de cruz.



Sevillana, H. Anglada Camarasa

Me miraste, me miraste
y al mundo mis ojos
de frente a los tuyos
brillaron de celos.
Me embrujaste, me embrujaste
y igual que la arena
mi torre de orgullo
vinieron al suelo.
Si será de brujería
el néctar de tu querer,
que la luz de mi alegría
la oscurece tu con el.


Valenciana, H. Anglada Camarasa

¿Qué me diste? ¿qué me diste?
que así me has cambiado
de nieve en hoguera de roja pasión
no me aleje tu vera
que sin ti no hay pa' mi remisión.
No estas viendo
que al llamarte como loca
desde el alma hasta la boca
se me sube el corazón.


El maravilloso Carlos Cano




viernes, 4 de julio de 2014

ALEJANDRA PIZARNIK - DESVARÍO

René Magritte


"Simplemente yo no soy de este mundo, yo habito con frenesí la luna. No tengo miedo de morir; tengo miedo de esta tierra, agresiva. No puedo pensar en cosas concretas; no me interesan. Yo no sé hablar como todos. Mis palabras son extrañas y vienen de lejos, de donde no es, de los encuentros con nadie. ¿Qué haré cuando me sumerja en mis fantásticos sueños y no pueda ascender? Porque alguna vez va a tener que suceder. Me iré y no sabré volver"


Alejandra Pizarnik