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domingo, 6 de agosto de 2017

LAS TRECE ROSAS.....que nuestros nombres no se borren de la Historia

LAS 13 ROSAS


El día 5 de agosto de 1939, terminada ya la guerra civil española y ganada por el dictador Francisco Franco, decenas de personas fueron fusiladas.

Entre ellas, 13 jóvenes mujeres fueron fusiladas en una tapia del cementerio de la Almudena de Madrid. 7 de ellas eran menores de edad, puesto que en 1939 y hasta la llegada de la democracia, la mayoría de edad se establecía en los 21 años.

En la carta que Julia Conesa envía a su madre, antes de ser fusilada, decía: 

"Muero como debe morir una inocente. Adiós para siempre. Tu hija ya jamás te podrá besar ni abrazar. Que mi nombre no se borre de la historia"

El director cinematográfico Emilio Martínez-Lázaro llevó al cine sus historias. El nombre de la película "Las trece Rosas". Estupenda película y muy bien interpretada por grandes actrices españolas y que me dejó dos cosas en el corazón, los zapatos con calcetines blancos de algunas de las 13 Rosas, y las lágrimas que no pude retener en decenas de minutos de la película.



Vemos ahora las reseñas sobre cada una de ellas:


LUISA RODRIGUEZ DE LA FUENTE, 18 AÑOS


Luisa Rodríguez de la Fuente (18 años, sastra). Entró en las JSU en 1937 sin ocupar ningún cargo. Le propusieron crear un grupo, pero no había convencido aun a nadie más que a su primo cuando la detuvieron. Reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. En abril la trasladaron a Ventas, siendo la primera de las Trece Rosas en entrar en la prisión.


VIRTUDES GONZÁLEZ GARCÍA, 18 AÑOS



Virtudes González García (18 años, modista). Amiga de María del Carmen Cuesta (15 años, perteneciente a las JSU y superviviente de la prisión de Ventas). En 1936 se afilió a las JSU, donde conoció a Vicente Ollero, que terminó siendo su novio. Fue detenida el 16 de mayo de 1939 denunciada por un compañero suyo bajo tortura.





VICTORIA MUÑOZ GARCÍA, 18 AÑOS



Victoria Muñoz García (18 años). Se afilió con 15 años a las JSU. Pertenecía al grupo de Chamartín. Era la hermana de Gregorio Muñoz, responsable militar del grupo del sector de Chamartín de la Rosa. Llegó a Ventas el 6 de junio de 1939. 



JULIA CONESA CONESA, 19 AÑOS


Julia Conesa Conesa (19 años, modista). Nacida en Oviedo. Vivía en Madrid con su madre y sus dos hermanas. Una de ellas murió de pena (por la muerte de su novio en las guerrillas) estando ella detenida. Se afilió a las JSU por las instalaciones deportivas que presentaban a finales de 1937 donde se ocupó de la monitorización de estas. Pronto se empleó como cobradora de tranvías, ya que su familia necesitaba dinero, y dejó el contacto con las JSU. Fue detenida en mayo de 1939 siendo denunciada por un compañero de su "novio". La detuvieron cosiendo en su casa.



ADELINA GARCÍA CASILLAS, 19 AÑOS



Adelina García Casillas (19 años). Militante de las JSU. Hija de un guardia civil viudo. Le mandaron una carta a su casa afirmando que sólo querían hacerle un interrogatorio rutinario. Se presentó de manera voluntaria, pero no regresó a su casa. Ingresó en prisión el 18 de mayo de 1939.



ELENA GIL OLAYA, 20 AÑOS


Elena Gil Olaya (20 años). Ingresó en las JSU en 1937. Al acabar la guerra comenzó a trabajar en el grupo de Chamartín.



DIONISIA MANZANERO SALAS, 20 AÑOS


Dionisia Manzanero Salas (20 años, modista). Se afilió al Partido Comunista en abril de 1938 después de que un obús matara a su hermana y a unos chicos que jugaban en un descampado. Al acabar la guerra fue el enlace entre los dirigentes comunistas en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.



CARMEN BARRERO AGÜERO, 20 AÑOS


Carmen Barrero Agüero (20 años, modista). Trabajaba desde los 12 años, tras la muerte de su padre, para ayudar a mantener a su familia, que contaba con 8 hermanos más, 4 menores que ella. Militante del PCE, tras la guerra, fue la responsable femenina del partido en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.




ANA LÓPEZ GALLEGO, 21 AÑOS


Ana López Gallego (21 años, modista). Militante de las JSU. Fue secretaria del radio de Chamartín durante la Guerra. Su novio, que también era comunista, le propuso irse a Francia, pero ella decidió quedarse con sus tres hermanos menores en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo, pero no fue llevada a la cárcel de Ventas hasta el 6 de junio. Se cuenta que no murió en la primera descarga y que preguntó "¿Es que a mí no me matan?”




JOAQUINA LÓPEZ LAFFITE, 23 AÑOS


Joaquina López Laffite (23 años). En septiembre de 1936 se afilió a las JSU. Se le encomendó la secretaría femenina del Comité Provincial clandestino. Fue denunciada por Severino Rodríguez (número dos en las JSU). La detuvieron el 18 de abril de 1939 en su casa, junto a sus hermanos. La llevaron a un chalet. La acusaron de ser comunista, pero ignoraban el cargo que ostentaba. Joaquina reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. No fue conducida a Ventas hasta el 3 de junio, a pesar de ser de las primeras detenidas.



MARTINA BARROSO GARCÍA, 24 AÑOS


Martina Barroso García (24 años, modista). Al acabar la guerra empezó a participar en la organización de las JSU de Chamartín. Iba al abandonado frente de la Ciudad Universitaria a buscar armas y municiones (lo que estaba prohibido). Se conservan algunas de las cartas originales que escribió a su novio y a su familia desde la prisión.




PILAR BUENO IBÁÑEZ, 27 AÑOS


Pilar Bueno Ibáñez (27 años, modista). Al iniciarse la guerra se afilió al PCE y trabajó como voluntaria en las casas-cuna (donde se recogía a huérfanos y a hijos de milicianos que iban al frente). Fue nombrada secretaria de organización del radio Norte. Al acabar la guerra se encargó de la reorganización del PCE en ocho sectores de Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.



BLANCA BRISAC VÁZQUEZ, 29 AÑOS


Blanca Brisac Vázquez (29 años, pianista). La mayor de las trece. Tenía un hijo. No tenía ninguna militancia política. Era católica y votante de las derechas. Fue detenida por relacionarse con un músico perteneciente al Partido Comunista. Escribió una carta a su hijo la madrugada del 5 de agosto de 1939, que le fue entregada por su familia (todos de derechas) 16 años después. La carta aun se conserva.



En este mes se cumplen 78 años, hay que recordarlo.

Aunque ya en 1985 el suceso fue investigado por el periodista Jacobo García, fue el escritor Jesús Ferrero quien al novelarlo en su libro Las trece rosas (Siruela, 2003) volvió a despertar el interés en su memoria. 

Un año después, en 2004, los realizadores Verónica Vigil y José María Almela dirigieron un documental sobre los sucesos, Que mi nombre no se borre de la historia, cuyo título es la última frase de una de las condenadas en una carta dirigida a sus familiares. 

En ese mismo año apareció el libro «Trece Rosas Rojas» (no ficción), del periodista Carlos Fonseca (Temas de Hoy, 2004), en el que se documentan los sucesos relativos a los intentos de reorganización de las JSU y la captura, encarcelamiento y ejecución de las Trece Rosas. 

Durante 2006, la periodista y escritora Ángeles López, publicó "Martina, la rosa número trece", centrada en la historia de Martina Barroso, una de las "rosas", y a medio camino entre la novela y el rigor histórico.

En enero de 2004 Julián Fernández del Pozo escribió el poema titulado Homenaje a las Trece Rosas en su honor.


Madrid se viste de luto,
por trece rosas castizas,
trece vidas se cortaron,
siendo jóvenes, casi niñas.

Malditas sean las almas,
de sus verdugos fascistas,
que con guadañas de odio,
segaron sus cortas vidas.

España es vuestra madre,
su cielo vuestra sonrisa.
sus campos tienen la sangre,
de unas rosas, casi niñas.

El pueblo de Madrid os quiere,
ese pueblo que abomina,
de salvadores de patrias,
de rojos y de fascistas.

Madrid es patria de todos,
su nombre solo mancillan,
el odio de los caciques,
cuya razón es la envidia.

Las rosaledas de parques,
de esta, nuestra España chica,
reflejarán vuestras caras,
vuestras sonrisas de niñas.

Benditas seáis mil veces,
benditas vuestras familias,
malditos los asesinos,
que nuestras rosas marchitan.



Blanca, Carmen, Julia, Elena, Ana, Martina, Dionisia, Pilar, Adelina, Virtudes, Joaquina, Victoria y Luisa fueron enterradas en una fosa común sin que sus restos hayan sido localizados aún.

lunes, 26 de junio de 2017

ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY - EL CREADOR DE UN HOMBRECITO EXTRAORDINARIO


Por más de cuarenta años no se tuvo idea de que pasó con la aeronave piloteada por el escritor y aviador francés Antoine de Saint-Exupéry. Un día 31 de julio de 1944 cayó al mar Mediterráneo. 

En el año 2000 los investigadores Lino von Gartzen y Luc Vanrell localizaron el desaparecido avión, a ochenta metros de profundidad. Y el rompecabezas empezó a armarse. Una cosa llevó a la otra, se siguieron, claves, pistas y datos hasta dar, en el año 2008, con un anciano alemán de 88 años llamado Horst Rippert, un periodista deportivo jubilado. Él les contó la historia.

Corrían los días de la Segunda Guerra Mundial cuando Rippert —entonces un joven piloto alemán de 24 años— derribó un avión que cayó hundiéndose en el mar, cerca de la costa de Marsella, sobre el Mediterráneo. 

"A los días de mis disparos dijeron que era Saint-Exupéry. Esperé y espero que no fuera él", les dijo. 

Pero el piloto de esa nave sí era por desdicha el autor de: El aviador, Vuelo nocturno, Tierra de hombres, Piloto de guerra, El principito, entre otras obras.





Así murió el hombre que legó a la humanidad uno de los personajes más inspiradores y lúcidos de todos los que pueblan la vasta literatura terrícola. 

Un año antes de que dispararan sobre su avión publicó su inmortal relato corto El Principito (1943), con dibujos de su propia factura. Una obra que ha sido traducida a más de 180 lenguas y dialectos, y es el segundo libro más leído del planeta, después de la Biblia.

Libro publicado en 1943 y escrito por Antoine de Saint-Exupéry, que narra la historia de un aviador perdido en medio del Sahara, que en la tarea de arreglar su avioneta averiada, se encuentra con un pequeño príncipe proveniente de otro planeta. 

Y es en este encuentro donde se hacen amigos y donde el pequeño príncipe le comparte historias sobre el amor, el egoísmo y la maldad que la gente grande cree que es normal, pero que el principito se rehúsa a aceptar.
El Principito es una metáfora del sentido de la vida, la búsqueda de la felicidad y del amor. El extraordinario hombrecito que lo protagoniza le hace ver a otro de los protagonistas (el aviador) la estupidez humana, y la pérdida de la sabiduría, sencillez y sensibilidad de la infancia que padecen los adultos.




El Principito es una crítica a la pedantería y erudición baratas, a la tentación por lo oscuro, al afán de acumular poder. Este niño de melena color del trigo, sueña y es el único amo de sus sueños y de sus fantasías.

Es un poderoso símbolo político de libertad, de transparencia, de verdad.


FRAGMENTOS DEL LIBRO:



CAPÍTULO VI

Ah, principito ! así fui comprendiendo poco a poco tu pequeña vida melancólica. Por mucho tiempo no habías tenido por distracción más que la dulzura de las puestas de sol. Me enteré de este nuevo detalle el cuarto día a la mañana, cuando me dijiste:

- Me encantan las puestas de sol. Vamos a ver una puesta de sol.



- Pero hay que esperar.

- Esperar qué ?

- Esperar a que se ponga el sol.

Primero pareciste muy sorprendido, y luego te reíste de ti mismo. Y me dijiste:

- Siempre creo que estoy en casa !

En efecto. Cuando es el mediodía en Estados Unidos, el sol, como todo el mundo sabe, se pone en Francia. Bastaría poder ir a Francia en un minuto para asistir a la puesta del sol. Lamentablemente, Francia está demasiado alejada. Pero en tu planeta tan pequeño, te alcanzaba con correr tu silla algunos pasos. Y mirabas el crepúsculo cada vez que lo deseabas...

- Un día, vi al sol ponerse cuarenta y tres veces !

Y un poco más tarde agregabas:

- ¿Sabes? cuando se está tan triste a uno le gustan las puestas de sol.

- ¿El día de las cuarenta y tres veces estabas entonces muy triste? Pero el princípito no respondió.


****




CAPÍTULO XIII

El cuarto planeta era el del hombre de negocios. Estaba tan ocupado que ni siquiera levantó la cabeza cuando llegó el principito.

- Buen día – le dijo éste. – Su cigarrillo está apagado.

- Tres y dos son cinco. Cinco y siete doce. Doce y tres quince. Buenos días. Quince y siete veintidós. Veintidós y seis veintiocho. No tengo tiempo de volver a encenderlo. Veintiséis y cinco treinta y uno. Uf! Eso da entonces quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno.

- Quinientos millones de qué ?

- Eh? Todavía estás ahí ? Quinientos un millones de... ya no sé... Tengo tanto trabajo ! Yo soy un hombre serio, no me entretengo con tonterías ! Dos y cinco siete...

- Quinientos un millones de qué – repitió el principito, que nunca jamás había renunciado a una pregunta una vez que la había formulado.



El hombre levantó la cabeza:

- Desde hace cincuenta y cuatro años que habito este planeta, no fui perturbado más que tres veces. La primera vez fue, hace veintidós años, por un abejorro que había caído de Dios sabe dónde. Producía un ruido espantoso, y cometí cuatro errores en una suma. La segunda vez fue, hace once años, por una crisis de reumatismo. Me falta ejercicio. No tengo tiempo de pasear. Soy una persona seria. La tercera vez... es esta ! Decía entonces quinientos un millones...

- Millones de qué ?

El hombre de negocios comprendió que no había ninguna esperanza de paz:

- Millones de esas pequeñas cosas que se ven a veces en el cielo.

- Moscas ?

- Pero no, de esas pequeñas cosas que brillan.

- Abejas ?

- Pero no. De esas pequeñas cosas doradas que hacen soñar a los holgazanes. Pero yo soy una persona seria ! No tengo tiempo para ensoñaciones. 

- Ah! ¿estrellas?

- Sí, eso. Estrellas.

- Y ¿qué haces con quinientos millones de estrellas?

- Quinientos un millones seiscientos veintidós mil setecientos treinta y uno. Yo soy un hombre serio, soy preciso.

- Y ¿qué haces con esas estrellas?

- ¿Qué hago con ellas?

- Sí.

- Nada. Las poseo.

- ¿Posees las estrellas?

- Sí.

- Pero yo ya he visto un rey que...

- Los reyes no poseen, "reinan" sobre. Es muy diferente.

- ¿Y para qué te sirve poseer las estrellas?

- Me sirve para ser rico.

- ¿Y para qué te sirve ser rico?

- Para comprar más estrellas, si alguien encuentra.

Éste, se dijo el principito, razona un poco como mi borracho.

Sin embargo, siguió preguntando:

- ¿Cómo se puede poseer las estrellas?

- ¿De quién son? - replicó, gruñón, el hombre de negocios.

- Qué sé yo. De nadie.

- Entonces son mías, porque se me ocurrió primero.

- ¿Es suficiente?

- Desde luego. Cuando encuentras un diamante que no es de nadie, es tuyo. Cuando encuentras una isla que no es de nadie, es tuya. Cuando eres el primero en tener una idea, la haces patentar: es tuya. Y yo poseo las estrellas, puesto que nunca nadie antes que yo pensó en poseerlas.

- Eso es verdad – dijo el principito. – ¿Y qué haces con ellas?

- Las administro. Las cuento y las recuento – dijo el hombre. – Es difícil. Pero yo soy una persona seria !

El principito no estaba aún satisfecho.

- Yo, si poseo un pañuelo, puedo ponérmelo alrededor del cuello y llevarlo. Yo, si poseo una flor, puedo recogerla y llevarla. Pero tú no puedes recoger las estrellas !

- No, pero puedo invertirlas en el banco.

- ¿Qué significa eso?

- Significa que anoto en un papelito la cantidad que tengo de estrellas. Y luego guardo ese papel en un cajón con llave.

- ¿Y eso es todo?

- ¡Con eso basta!

Es divertido, pensó el principíto. Es bastante poético. Pero no es muy serio.

El principíto tenía sobre las cosas serias ideas muy diferentes a las de los adultos.

- Yo – agregó – poseo una flor que riego todos los días. Poseo tres volcanes que deshollino todas las semanas. Porque deshollino también el que está apagado. Nunca se sabe. Es útil para mis volcanes, y es útil para mi flor, que yo los posea. Pero tú no eres útil para las estrellas.

El hombre de negocios abrió la boca pero no encontró nada para responder, y el principíto se fue.

Los adultos son decididamente muy extraordinarios, se decía simplemente a sí mismo durante el viaje.


****




CAPÍTULO XX


Pero sucedió que el principito, habiendo caminado mucho tiempo a través de arena, rocas y nieve, descubrió por fin una ruta. Y todas las rutas van hacia los hombres.

- Buenos días – dijo.

Era un jardín florido de rosas.

- Buenos días – dijeron las rosas.

El principito las miró. Todas se parecían a su flor.

- ¿Quiénes son ustedes? – les preguntó, estupefacto.

- Somos rosas – dijeron las rosas.

- ¡Ah! – respondió el principito.

Y se sintió muy desgraciado. Su flor le había contado que era la única de su especie en el universo. Y he aquí que había cinco mil, todas parecidas, en un solo jardín!

"Ella estaría muy molesta – se dijo – si viera esto... tosería muchísimo y fingiría morirse para escapar al ridículo. Y yo estaría obligado a fingir que la auxilio, porque si no, para humillarme a mí también, se dejaría morir de veras..."

Luego continuó diciéndose: "Me creía poseedor de una flor única, y sólo tengo una rosa ordinaria. Eso y mis tres volcanes que me llegan a la rodilla, uno de los cuales posiblemente esté apagado para siempre, no hacen de mí ciertamente un gran príncipe..." 

Y, tendido en la hierba, lloró.



                                     ****

miércoles, 14 de junio de 2017

RAYUELA - JULIO CORTÁZAR




"Alguna vez había creído en el amor como un enriquecimiento, como una exaltación de las potencias intercesoras. Un día se dio cuenta de que sus amores eran impuros porque presuponían esa esperanza, mientras que el verdadero amante amaba sin esperar nada fuera del amor, aceptando ciegamente que el día se volviera más azul y la noche más dulce y el tranvía menos incómodo".



Rayuela, publicada en 1963, es una referencia fundamental de la literatura hispanoamericana. Su estructura de secuencias sueltas permite distintas lecturas, y por tanto, diversas interpretaciones. Con esta forma de lectura, lo que pretendió Julio Cortázar era representar el caos, el azar de la vida y la relación indiscutible entre lo creado y la mano del artista que lo hace.

Dos lecturas del libro se proponen en un tablero de dirección (como su propio nombre indica, el juego típico de rayuela al que todos hemos jugado en alguna ocasión). Este tipo de estructura rompió con todo lo establecido hasta el momento en lo que a literatura se refiere.


Primer libro

El primer libro de Rayuela lo leeremos en un orden lineal, terminando en el capítulo 56. Está formado por dos partes: Del lado de allá y Del lado de acá. En ambas, se presenta la trama esencial o historia del libro.


Del lado de allá

Horacio Oliveira trabaja como traductor en París. Allí funda con unos amigos el Club, donde mata el tiempo conversando o escuchando música de jazz. Mantiene una relación amorosa con Lucía, la Maga, una uruguaya que es madre de un niño al que ella llama Rocamadour. Sin embargo, la peculiar relación que existe entre ambos se deteriora. En una de sus reuniones, Rocamadour cae muerto repentinamente y, a consecuencia de ello, Lucía desaparece y deja escritas unas líneas.

Esta primera parte, termina con la imagen de una rayuela, hilo conductor de todo el libro que representa la búsqueda del equilibrio (el cielo).


Del lado de acá

La acción de esta parte del libro se sitúa en la ciudad de Buenos Aires. Antes de llegar a aquí, Oliveira busca desesperadamente a la Maga en Montevideo. De regreso en barco a Argentina, la confunde con otra mujer.

Ya en Argentina, vuelve a su amistad con Traveler y conoce a la mujer de este, Talita, que le recuerda desde el primer momento a la Maga. Trabajará con esta pareja en un circo y en una clínica psiquiátrica. Pero Oliveira se ve desbordado por síntomas progresivos de desequilibrio mental. Sus confusiones hacen que crea ver a cada momento a la Maga en vez de a Talita. Esto le llevará a una crisis que lo hace pensar en el suicidio. Se intenta suicidar pero finalmente Traveler y Talita evitan que se deje caer desde la venta a un patio en el que hay pintada una rayuela.


Segundo libro

En el segundo libro tenemos la segunda alternativa de lectura y comienza en el capítulo 73. En esencia encontraremos nuevas incorporaciones paisajistas, los capítulos prescindibles, a la estructura argumental delineada anteriormente en el libro.


De otros lados

Estos paisajes constituyen una visión más profunda de la misma realidad, en la que se revelan conexiones ocultas. Pero además, aparecen en ella personajes como Morelli, un anciano escritor del que se sirve el autor para exponer algunas de las claves de Rayuela: novela abierta, fragmentada, inquietante y participativa que refleja el caos de la realidad pero ni lo ordena ni lo explica.


Estoy releyendo este libro maravilloso, aquí os dejo los fragmentos que más me gustan, aunque es difícil porque me gusta el libro entero:



"Y mirá que apenas nos conocíamos y ya la vida urdía lo necesario para desencontrarnos minuciosamente. Como no sabías disimular me di cuenta en seguida de que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos, y entonces primero cosas como estrellas amarillas (moviéndose en una jalea de terciopelo), luego saltos rojos del humor y de las horas, ingreso paulatino en un mundo – Maga que era la torpeza y la confusión pero también helechos con la firma de la arena Klee, el circo Miró, los espejos de ceniza Vieira da Silva, un mundo donde te movías como un caballo de ajedrez que se moviera como una torre que se moviera como un alfil." 

(..)

"...y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico."

"Nunca te llevé a que madame Léonie te mirara la palma de la mano, a lo mejor tuve miedo de que leyera en tu mano alguna verdad sobre mi, porque fuiste siempre un espejo terrible, una espantosa maquina de repeticiones, y lo que llamamos amarnos fue quizá que yo estaba de pie delante de vos, con una flor amarilla en la mano, y vos sostenías dos velas verdes y el tiempo soplaba contra nuestras caras una lluvia de renuncias y despedidas y tickets de metro."

"Te cansaste de no estar cansada."

"Me di cuenta que para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos."

"Y cuando llovía me entraba el agua hasta el alma"

"porque aunque hiciéramos tantas veces el amor la felicidad tenía que ser otra cosa, algo quizá más triste que esta paz y este placer, un aire como de unicornio o isla, una caída interminable en la inmovilidad."

(Cap. 1)


"La Maga no sabía que mis besos eran como ojos que empezaban a abrirse más allá de ella, y que yo andaba como salido, volcado en otra figura del mundo, piloto vertiginoso en una proa negra que cortaba el agua del tiempo y la negaba"
"lo que verdaderamente me exasperaba era saber que nunca volvería a estar tan cerca de mi libertad como en esos dias en que me sentía acorralado por el mundo Maga, y que la ansiedad por liberarme era una admisión de derrota."

"A veces me convenzo de que la estupidez se llama triángulo, de que ocho por ocho es la locura o un perro."

(Cap. 2)




"Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mi para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. 

Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.."

(Cap. 7)


"Pero ya no te puedo hablar de esas cosas, digamos que todo se acabó y que yo ando por ahí vagando, dando vueltas , buscando el norte, el sur si es que lo busco. Si es que lo busco. Pero si no los buscara, ¿qué es esto? Oh, mi amor, te extraño, me dolés en la piel, en la garganta, cada vez que respiro es como si el vacío me entrara en el pecho donde ya no estás.

(…)

Y por qué no, por qué no había de buscar a la Maga, tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue del Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y oliva que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, nos íbamos por ahí a la caza de sombras.."

(Cap. 21)








Lectura digital del libro entero, espero lo disfruten:

http://www.literaberinto.com/cortazar/rayuela.htm

FRANZ KAFKA - EL PROCESO

"¿Qué hago? No soporto vivir. La vida es tan corta, y no soporto vivir.
No sé. Siento lo mismo. Pero hay cosas, hay muchas cosas. Hay un
punto en que la desesperación es una luz, y un amor.
¿Y después?
Después viene la Naturaleza.
¿Usted está llamando naturaleza a la muerte?
No. Estoy llamando naturaleza a la naturaleza.
¿Todas las vidas habrán sido así?
Creo que sí.."


(Fragmento del libro)




Ilustración de 'El Proceso', de Franz Kafka, por Chantal Montellier.


Fragmentos:


–¿Cómo te imaginas el final? ––preguntó el sacerdote.

Al principio pensé que terminaría bien ––dijo K––, ahora hay veces que hasta yo mismo lo dudo. No sé cómo terminará. ¿Lo sabes tú?

–No ––dijo el sacerdote––, pero temo que terminará mal. Te consideran culpable. Tu proceso probablemente no pasará de un tribunal inferior. Tu culpa, al menos provisionalmente, se considera probada.

–Pero yo no soy culpable ––dijo K––. Es un error. ¿Cómo puede ser un hombre culpable, así, sin más? Todos somos seres humanos, tanto el uno como el otro.

–Eso es cierto ––dijo el sacerdote––, pero así suelen hablar los culpables.

–¿Tienes algún prejuicio contra mí? ––preguntó K.

–No tengo ningún prejuicio contra ti ––dijo el sacerdote.

–Te lo agradezco ––dijo K––. Todos los demás que participan en mi proceso tienen un prejuicio contra mí. Ellos se lo inspiran también a los que no participan en él. Mi posición es cada vez más difícil.

–Interpretas mal los hechos ––dijo el sacerdote––, la sentencia no se pronuncia de una vez, el procedimiento se va convirtiendo lentamente en sentencia.

(…)




(...)

-Intentaré ser honesto con usted, dijo K. 

-No te engañes, dijo el sacerdote. 

-¿En qué podría engañarme?, preguntó K. 

-Te engañas en lo que se refiere al tribunal, dijo el sacerdote, en la introducción a la Ley se ha escrito sobre este engaño: 

"Ante la Ley hay un guardián que protege la puerta de entrada. Un hombre que viene del campo que se acerca a él y le pide permiso para acceder a la Ley. Pero el guardián dice que en ese momento no le puede permitir la entrada. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde podrá entrar. "Es posible" responde el guardián, "pero no ahora". 

Como la puerta de acceso a la Ley permanece abierta, como siempre, y el guardián se halla a un lado, el hombre se inclina para mirar a través del umbral y ver de ésta manera qué hay en el interior. Cuando el guardián advierte su intención, ríe y dice: 

"Si tanto te tienta, intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero ten en cuenta que soy poderoso y que, además, soy el guardián más insignificante. Ante cada una de las salas permanece un guardián, cada uno más poderoso que el otro. La mirada del tercero ya resulta para mí insoportable". 

El hombre procedente del campo no había imaginado tantas dificultades. La Ley, piensa, debe ser accesible a todos y en todo momento, pero al considerar ahora con más exactitud al guardián, cubierto con su abrigo de piel, al observar su enorme y prolongada nariz, la barba negra, fina, larga, tártara, decide que es mejor esperar hasta que reciba el permiso para entrar. 

El guardián le da un banquillo y deja que tome asiento a uno de los lados de la puerta. Allí se queda sentado días y años. Hace muchos intentos para que le permitan entrar y agota al guardián con sus súplicas. 

El guardián lo somete frecuentemente a cortos interrogatorios, le pregunta de su hogar y de otras cosas, pero son preguntas indiferentes, como las que hacen los grandes señores, y al final siempre repetía que aún no podía permitirle la entrada. 

El hombre, que estaba muy bien provisto para el viaje, utiliza todo, por valioso que sea, para sobornar al guardián. Éste lo acepta todo, pero al mismo tiempo le repite: "Sólo lo acepto para que no creas que has omitido algo". 

Durante todos los años que permaneció allí, el hombre observó al guardián de forma casi ininterrumpida. Se olvidó de los otros guardianes y éste le terminó pareciendo el único impedimento para tener acceso a la Ley. 

Los primeros años maldijo la desgraciada casualidad, más tarde, ya envejecido, sólo murmuraba para sí en un rincón. Finalmente se vuelve senil, y como se ha sometido durante tantos años al guardián en una larga contemplación, termina por conocer a una de las pulgas que habita en el cuello del abrigo de piel del guardián, por lo que solicita a la pulga que le ayude a cambiar la opinión del guardián. 

Por último, su vista, ya débil, no sabe reconocer si oscurece a su alrededor o si son sólo sus ojos los que lo engañan. Pero ahora advierte en la oscuridad un brillo que irrumpe indeleble a través de la puerta de la Ley. Ya no vivirá mucho más. 

Antes de su muerte se concentran en su mente todas las experiencias pasadas, que toman forma en una sola pregunta que hasta ahora no había hecho al guardián. Entonces le guiña un ojo, pues ya no puede mover su cuerpo entumecido. 

El guardián tiene que agacharse mucho porque la diferencia de tamaños ha variado en perjuicio del hombre de la provincia. 

"¿Qué quieres saber ahora?" pregunta el guardián, "eres insaciable". 

"Si todos buscan la Ley", dice el hombre, "¿Cómo es posible que durante todos estos años, sólo yo haya solicitado la entrada?". 

El guardián comprende que el hombre se encuentra en sus últimos instantes de vida y, para que su débil oído pueda percibirlo, le grita: 

"Ningún otro podía haber recibido permiso para entrar por esta puerta, pues está entrada estaba reservada sólo para ti. Me iré ahora y la cerraré".

(...) 


(Fragmento admirable del libro)


FRANZ KAFKA, (1883-1924)

El proceso es una novela inacabada de Franz Kafka, publicada de manera póstuma en 1925 por Max Brod, basándose en el manuscrito inconcluso de Kafka. 

El libro cuenta la historia de Joseph K., un empleado de un banco que una mañana es detenido por unos policías. Los cargos de los que se le acusa se desconocen, como tampoco se sabe ante quién ha de comparecer o quiénes son los miembros del tribunal que le va a juzgar.
A través del arresto surrealista de este personaje, el genio checo critica la estructura opresora de la sociedad de entonces y obliga al lector a reflexionar sobre lo loco y absurdo que resulta el mundo moderno.




Cartel oficial en español de: El proceso



Orson Welles hizo en el año 1962 una película extraordinaria.