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lunes, 27 de octubre de 2014

RAFAEL Y LA FORNARINA - DOMINIQUE INGRES Y PICASSO

La felicidad vende por lo general peor que la desgracia, salvo si en el relato dichoso entra en juego el final injusto y abrupto. 

Rafael disfrutó de una vida plena de alegrías y de éxito, pero que, ay, resultó demasiado corta. Corta, pero suficiente para que su arte se considere insuperable aun hoy, casi cinco siglos después de su muerte. 

Falleció a los 37 años en Roma, su ciudad de adopción, por causas un tanto peregrinas que han acabado en el gran anecdotario de la cultura occidental achacadas a su legendaria fogosidad. Hasta tal punto abusó de los placeres sexuales junto a su amante, la Fornarina, que llegó a casa un día tan falto de fuerzas que precisó atención. Un error de cálculo médico, relatan las crónicas de la época, acabó por darle la puntilla y, tras varios días consumido por una devastadora fiebre, se fue el Viernes Santo de aquel año de 1520 



Rafael y la Fornarina, 1814
Jean-Auguste-Dominique Ingres, (más conocido como Dominique Ingres)
Neoclasicismo Francés


En esta pintura el autor hace un homenaje a Rafael y a su modelo de mujer, la Fornarina, modelo y amante del pintor. Ingres trató varias veces el tema de Rafael, su artista preferido, captado en la intimidad del taller con la Fornarina, "sentada" en su regazo. Junto a la pareja de amantes vemos un fondo con la Virgen apoyado en la pared del fondo y un lienzo con una pintura de la Fornarina, que tiene el mismo aspecto que la mujer.

Un siglo después Picasso recoge esta temática erótico-amorosa de la vieja historia de amor de Rafael con su amante y encarna esta idea del "artista enamorado de su musa", idea que Ingres ya planteó en esta última obra. Algo que tomará Picasso de Ingres es en explorar el erotismo de sus obras y usar esa construcción temática y formal a su corpus de obras de carácter erótico.


Rafael y Fornarina
Pablo Picasso, 1968
Grabado


En este caso tenemos de ejemplo uno de los grabados de la serie "Rafael y la Fornarina XIV" del año 1968, grabado en cobre donde vemos la representación sexual y erótica, explícitamente gráfica (léase pornográfico) del encuentro amoroso del pintor renacentista Rafael con su famosa amante "Fornarina", la amante que lo mató de agotamiento.. 


La calidad de las líneas y la formación de los cuerpos retorcidos resalta con el carácter impúdico de la escena que pierde el halo de la belleza erótica clásica que siempre estuvo presente en las artes gráficas en Occidente. Picasso, de esta forma, transgrede las normas y muestra sin pudor este tipo de acto sexual sin tapujos ni consciencia moral. Esta obra del artista malagueño expresa lo que es, sin duda, la culminación del acto amoroso del artista Rafael con su amante, una culminación que no se llevó a cabo, por ejemplo, con las obras de Dominique Ingres sobre el mismo tema.



Rafael y Fornarina, Suite 347
Pablo Picasso, 1968
Grabado


Los atrevimientos que pueden verse en estas secuencias no los había tenido nunca en lienzo. Allí afloran sentimientos escondidos, sobre todo, el deseo, la mujer y detrás de ella el rostro de un hombre barbudo, su propia persona. Son imágenes en las que se despliega con lucidez las ecuaciones entre arte/erotismo, pintura narrativa/potencia sexual y contemplación/voyeurismo.




En definitiva, en sus años de viejo verde, Picasso realizó una serie de grabados eróticos sobre el tema del pintor y la modelo titulados Rafael y La Fornarina (pertenecientes a la Suite 347), con diferentes escenas en las que el pintor se revuelca con la modelo ante la mirada indiscreta de algún voyeur (que muchas veces es el Papa)