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martes, 9 de septiembre de 2014

NGUYEN THANH BINH - PINTOR VIETNAMITA ELEGANTE Y FIGURATIVO





Nguyen Thanh Binh, pintor vietnamita nacido en 1954 en Hanoi, estudió en la universidad de Hanoi de Bellas Artes y luego en el Colegio Nacional de Gia Dinh de Bellas Artes en Ciudad Ho Chi Minh City.









Binh está fuertemente influenciado por la antigua tradición y pinturas chinas antiguas. Sus obras también exploran la simplicidad de los poemas Haiku japoneses y el alfabeto chino. 








Como un poema Haiku, donde unas pocas líneas pueden llevar un montón de sentido, sus pinturas revelan imágenes significativas ejecutadas con sencillez, pero las pinceladas totalmente conmovedoras.









Al omitir, poco a poco, los detalles innecesarios, Binh captura la esencia brillante del color que da una sensación de movimiento y elegancia a sus obras.








Sus pinturas son poéticas y tal vez románticas, y al mismo tiempo cuidadosamente ejecutadas. Su uso del espacio es un factor muy importante y una parte integral de sus obras. El uso limitado del color es igualmente característico de su obra, con blanco, marrón, beige y gris como su tono de firma.







Thanh Binh bien conocido por sus obras que representan figuras femeninas que llevan el vestido blanco Ao Dai, también se inspira en la música clásica. 

"Un haiku es un poema muy pequeño que contiene sólo tres líneas, pero su significado es enorme", mis pinturas también pueden transmitir una enorme importancia con pocos colores y detalles. Los objetos se pueden condensar, pero todo el significado es grande y significativo ", dice el artista. Y continúa: "No trato de seguir todas las tendencias. Sólo estoy buscando la belleza como yo la veo, una belleza para todo el mundo".














Maravillosas pinturas, espero que hayan disfrutado tanto como yo con este pintor que supo transmitir poesía en sus pinceladas. Vivimos dentro de un mundo muy feo e injusto y relajar nuestros ojos y nuestra mente con esta belleza vale la pena.



domingo, 7 de septiembre de 2014

MIGUEL HERNÁNDEZ - CANCIONERO Y ROMANCERO DE AUSENCIAS


Cancionero y romancero de ausencias, obra que se ve como una síntesis entre la experiencia personal y la experiencia colectiva de Miguel Hernández, haciendo del amor su motor de reivindicación y emancipación individual y social.

Es un poema que Miguel Hernández escribió durante su periodo carcelario y, encerrado en esas tinieblas, escribe y carga sus poemas de un torrente de  sentimientos de pena, dolor, sufrimiento, soledad, nostalgia, ausencias y mucha impotencia.

El centro significativo del Cancionero de Miguel Hernández está otorgado por el poema n° 65, conocido como Antes del odio y que transcribo íntegro:



Antes del odio

Beso soy, sombra con sombra.
Beso, dolor con dolor,
por haberme enamorado,
corazón sin corazón,
de las cosas, del aliento
sin sombra de la creación.
Sed con agua en la distancia,
pero sed alrededor.

Corazón en una copa
donde me la bebo yo,
y no se lo bebe nadie,
nadie sabe su sabor.
Odio, vida: ¡cuánto odio
sólo por amor!

No es posible acariciarte
con las manos que me dio
el fuego de más deseo,
el ansia de más ardor.
Varias alas, varios vuelos
abaten en ellas hoy
hierros que cercan las venas
y las muerden con rencor.
Por amor, vida, abatido,
pájaro sin remisión.
Sólo por amor odiado,
sólo por amor.

Amor, tu bóveda arriba
y yo abajo siempre, amor,
sin otra luz que estas ansias,
sin otra iluminación.
Mírame aquí encadenado,
escupido, sin calor
a los pies de la tiniebla
más súbita, más feroz,
comiendo pan y cuchillo
como buen trabajador
y a veces cuchillo sólo,
sólo por amor.

Todo lo que significa
golondrinas, ascensión,
claridad, anchura, aire,
decidido espacio, sol,
horizonte aleteante,
sepultado en un rincón.
Espesura, mar, desierto,
sangre, monte rodador,
libertades de mi alma
clamorosas de pasión,
desfilando por mi cuerpo,
donde no se quedan, no,
pero donde se despliegan,
sólo por amor.

Porque dentro de la triste
guirnalda del eslabón,
del sabor a carcelero
constante y a paredón,
y a precipicio en acecho,
alto, alegre, libre soy.
Alto, alegre, libre, libre,
sólo por amor.

No, no hay cárcel para el hombre.
No podrán atarme. no.
Este mundo de cadenas
me es pequeño y exterior.
¿Quién encierra una sonrisa ?
¿Quién amuralla una voz?
A lo lejos tú, más sola
que la muerte, la una y yo.
A lo lejos tú, sintiendo
en tus brazos mi prisión,
en tus brazos donde late
la libertad de los dos.
Libre soy, siénteme libre.
Sólo por amor.



De "Cancionero y romancero de ausencias" 1941 1942 - MIGUEL HERNÁNDEZ


Miguel Hernández y Josefina Manresa


La intensidad de este poema me estremece. Escrito en un lenguaje llano, entendible y cercano, el poema tiene, para mí, una parte erótica, llena de amor, solo hay que fijarse cómo termina cada estrofa con un "solo por amor", otra libertaria y, como no, un transfondo social que nos hace reflexionar y, repito, estremecernos.







JULIO CORTÁZAR - MANUAL DE INSTRUCCIONES

La tarea de ablandar el ladrillo todos los días, la tarea de abrirse paso en la masa pegajosa que se proclama mundo, cada mañana topar con el paralelepípedo de nombre repugnante, con la satisfacción perruna de que todo esté en su sitio, la misma mujer al lado, los mismos zapatos, el mismo sabor de la misma pasta dentífrica, la misma tristeza de las casas de enfrente, del sucio tablero de ventanas de tiempo con su letrero «Hotel de Belguique».






Meter la cabeza como un toro desganado contra la masa transparente en cuyo centro tomamos café con leche y abrimos el diario para saber lo que ocurrió en cualquiera de los rincones del ladrillo de cristal. Negarse a que el acto delicado de girar el picaporte, ese acto por el cual todo podría transformarse, se cumpla con la fría eficacia de un reflejo cotidiano. Hasta luego, querida. Que te vaya bien. 

Apretar una cucharita entre los dedos y sentir su latido de metal, su advertencia sospechosa. Cómo duele negar una cucharita, negar una puerta, negar todo lo que el hábito lame hasta darle suavidad satisfactoria. Tanto más simple aceptar la fácil solicitud de la cuchara, emplearla para remover el café. 

Y no que esté mal si las cosas nos encuentran otra vez cada día y son las mismas. Que a nuestro lado haya la misma mujer, el mismo reloj, y que la novela abierta sobre la mesa eche a andar otra vez en la bicicleta de nuestros anteojos, ¿por qué estaría mal? 

Pero como un toro triste hay que agachar la cabeza, del centro del ladrillo de cristal empujar hacia afuera, hacia lo otro tan cerca de nosotros, inasible como el picador tan cerca del toro. Castigarse los ojos mirando eso que anda por el cielo y acepta taimadamente su nombre de nube, su réplica catalogada en la memoria. No creas que el teléfono va a darte los números que buscas. ¿Por qué te los daría? Solamente vendrá lo que tienes preparado y resuelto, el triste reflejo de tu esperanza, ese mono que se rasca sobre una mesa y tiembla de frío. Rómpele la cabeza a ese mono, corre desde el centro de la pared y ábrete paso. 

¡Oh, cómo cantan en el piso de arriba! Hay un piso de arriba en esta casa, con otras gentes. Hay un piso de arriba donde vive gente que no sospecha su piso de abajo, y estamos todos en el ladrillo de cristal. Y si de pronto una polilla se para al borde de un lápiz y late como un fuego ceniciento, mírala, yo la estoy mirando, estoy palpando su corazón pequeñísimo, y la oigo, esa polilla resuena en la pasta de cristal congelado, no todo está perdido. Cuando abra la puerta y me asome a la escalera, sabré que abajo empieza la calle; no el molde ya aceptado, no las casas ya sabidas, no el hotel de enfrente; la calle, la viva floresta donde cada instante puede arrojarse sobre mí como una magnolia, donde las caras van a nacer cuando las mire, cuando avance un poco más, cuando con los codos y las pestañas y las uñas me rompa minuciosamente contra la pasta del ladrillo de cristal, y juegue mi vida mientras avanzo paso a paso para ir a comprar el diario a la esquina. 


Julio Cortázar, Historias de cronopios y de famas; Manual de instrucciones. 



En 1952, yo estaba en París y fui a un concierto en "Les Champs Elisées" de homenaje a Igor Stravinsky. Me sentía muy conmovido viendo a Stravinsky dirigiendo la orquesta y a Jean Cocteau recitando una de las obras.

En el entreacto, todo el mundo salió a tomar café. Yo no tuve ganas de salir y me quedé completamente solo en ese inmenso teatro y, de golpe, tuve la sensación de que había en el aire personajes indefinibles, una especie de globos que yo veía de color verde, muy cómicos, muy divertidos y muy amigos, que andaban por ahí circulando. Inmediatamente supe que su nombre era "cronopios".

Historias de cronopios y de famas ofrecen una suerte de taxonomía humorística y sui géneris del género humano. Cortázar la explica así:

Empecé a escribir sin saber cómo eran. Luego tomaron un aspecto relativamente humano, con esas conductas especiales de los cronopios, que son un poco la conducta del poeta, del asocial, del hombre que vive un poco al margen de las cosas.

Frente a ellos están los famas: grandes gerentes de los bancos, presidentes de las repúblicas, la gente formal que defiende el orden.

Las esperanzas son personajes intermedios, que están un poco a mitad del camino, sometidas, según las circunstancias, a las influencias de los famas o de los cronopios.

Todas las aventuras que les suceden dependen de la psicología de cada uno de ellos.

Las Historias de cronopios y de famas son una sucesión de situaciones descabelladas, instántaneas de humor surrealista que socavan el racionalismo trivial y mecanizado.

En Historias de cronopios y de famas, Cortázar expresa su rebeldía contra los objetos y personas que constituyen nuestra vida cotidiana y nuestra mecánica manera de relacionarnos con ella.