Jean-Honoré Fragonard, El progreso del amor, 1773 |
Encantadora mía, ten dulzura, dulzura... calma un poco, oh fogosa, tu fiebre pasional; la amante, a veces, debe tener una hora pura y amarnos con un suave cariño fraternal. Sé lánguida, acaricia con tu mano mimosa; yo prefiero al espasmo de la hora violenta el suspiro y la ingenua mirada luminosa y una boca que me sepa besar aunque me mienta. Dices que se desborda tu loco corazón y que grita en tu sangre la más loca pasión; deja que clarinee la fiera voluptuosa. En mi pecho reclina tu cabeza galana; júrame dulces cosas que olvidarás mañana Y hasta el alba lloremos, mi pequeña fogosa.
Paul Verlaine, (1844/1896) poeta francés. Considerado el maestro del decadentismo y principal precursor del simbolismo, es, en realidad, el único poeta francés que merece el epíteto de impresionista y, junto con Víctor Hugo, el mayor poeta lírico francés del s. XIX.