Google Translate

English plantillas curriculums vitae French cartas de amistad German Spain cartas de presentación Italian xo Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

jueves, 6 de agosto de 2015

TRES POEMAS DE NAZIM HIKMET Y UNA BIOGRAFÍA

Giorgio de Chirico, Armonía de la soledad


Nostalgia

Cien años han pasado sin ver tu cara
enlazar tu cintura
detenerme en tus ojos
preguntar a tu clarividencia
acercarme al calor de tu vientre.

Hace cien años que en una ciudad
una mujer me espera.

Estábamos en la misma rama, en la misma rama.
Caímos de la misma rama, nos separamos.
Cien años nos separan
cien años de camino.

Hace cien años que en la penumbra
corro detrás de ella.


Rosa mía, tu alma es un río...


Rosa mía, tu alma es un río
que corre entre altas montañas,
y desde las montañas hacia el valle,
hacia el valle, sin conseguir llegar hasta él,
sin conseguir llegar hasta el sueño de los sauces,
hasta el remanso bajo los grandes ojos del puente,
hasta los cañaverales y los patos de verde cabeza,
sin conseguir llegar hasta la blanda tristeza de la llanura
ni hasta los campos de trigo al claro de luna,
corre hacia el valle,
corre entre altas montañas,
arrastrando las nubes que se amontonan y dispersan,
las grandes estrellas y las noches,
las estrellas de las montañas
y los azules soles de las nevadas cumbres,
corre levantando espuma,
revolviendo en el fondo las piedras negras con las blancas,
corre con los peces que nadan contra corriente,
inquieto en los meandros,
cae encabritado en los precipicios
espantado del propio fragor,
corre entre altas montañas
y desde las montañas hacia el valle,
hacia el valle, persiguiéndolo,
sin conseguir llegar hasta él.



Ya llega mi hora...

Ya llega mi hora
saltaré de repente al vacío
sin conocer el estado de putrefacción de mi carne
ni cómo los gusanos socavan mis ojos

sin tregua ni descanso pienso en la muerte

eso quiere decir que mi hora está próxima.




Nazim Hikmet (Salónica, 1901- Moscú, 1963)


Autobiografía escrita en Berlín en el 1961:

Nací en 1902.
Jamás he vuelto a mi ciudad natal.
No me gusta volver atrás.
A los tres años, en Halep, ejercité la profesión de nieto de pachá,
a los diecinueve la de estudiante en la universidad de Moscú,
a los cuarenta y nueve otra vez en Moscú:
y desde los catorce años escribo poesías.
Hay hombres que conocen mil variedades de hierbas, otros
conocen variedades de peces,
yo, de separaciones.
Hay hombres que saben de memoria el nombre de cada estrella,
yo, el de las nostalgias.
He dormido en las cárceles y en los grandes hoteles.
He pasado hambre. Casi no existe plato que no haya probado
incluido el de la huelga de hambre.
A los treinta años han querido ahorcarme,
a los cuarenta y ocho quisieron concederme la medalla de la Paz
y me la concedieron.
A los treinta y seis, necesité seis meses para recorrer
cuatro metros cuadrados de sombrío hormigón.
A los cincuenta y nueve, en dieciocho horas, volé
desde Praga a La Habana.
En 1951, en un mar, en compañía de un amigo,
anduve sobre la muerte.
En 1952, con un corazón cascado, tendido sobre la espalda,
esperé la muerte más de cuatro meses.
Fui locamente celoso de las mujeres a las que amé.
No le tuve ninguna envidia a nadie, ni siquiera a Charlot.
Engañé a mis mujeres.
Nunca hablé mal detrás de mis amigos.
He bebido, sin llegar nunca a borrachín.
Siempre con el sudor de mi frente
gané mi dinero. ¡Qué suerte para mí!
Sentí vergüenza ajena. Mentí.
Mentí por piedad.
Pero nunca dije mentiras porque sí.
He montado en tren, en avión, en coche.
La mayoría no lo consigue.
He ido a la ópera.
La mayoría no consigue ir
a la mezquita, la iglesia, el templo, la sinagoga, los hechiceros;
ni siquiera ha oído hablar de la ópera.
Sin embrago, desde los veintiún años no voy
a muchos sitios adonde va la mayoría,
pero suelo hacerme leer el porvenir
en los posos del café.
Mis escritos están impresos en cuarenta idiomas
y prohibidos en mi Turquía, en mi propia lengua.
No tengo aún el cáncer,
tampoco es obligación padecerlo.
Nunca seré primer ministro ni cosa parecida,
tampoco me gustaría serlo.
No fui a la guerra
Pero tampoco bajé a los refugios en medio de la noche.
No me arrastré en las carreteras
huyendo de los aviones que vuelan a ras de tierra.
Cerca de los sesenta me enamoré locamente.
En pocas palabras, amigos míos
Aunque esté hoy en Berlín muriendo de nostalgia,
puedo afirmar
que he vivido como un hombre.
En el tiempo que me queda por vivir
¿qué podrá ocurrirme aún?


***

lunes, 3 de agosto de 2015

EL LOBO ESTEPARIO - HERMANN HESSE

El lobo estepario es una de las obras más conocidas de Hermann Hesse. Escrito en medio de una profunda crisis existencial en la cual el autor llegó a coquetear con la idea del suicidio, tema muy importante en la obra, trata la multiplicidad de carácter del ser humano y de su capacidad para ser feliz. 




Fragmentos que escogí del libro, el cual releo este verano y que nunca me canso, es premonitorio, cruel pero sincero, me esclarece y recuerda la maldad humana, la hipocresía, los valores y prioridades de la vida:


"Muchos artistas pertenecen a la especie del lobo estepario. Estos hombres tienen todos dentro de sí dos almas, dos naturalezas; en ellos existe lo divino y lo demoníaco, la sangre materna y la paterna, la capacidad de ventura y la capacidad de sufrimiento, tan hostiles y confusos lo uno junto y dentro de lo otro, como estaban en Harry lobo y hombre. Y estas personas, cuya existencia es muy agitada, viven a veces en sus raros momentos de felicidad algo tan fuerte y tan indeciblemente hermoso, la espuma de la dicha momentánea salta con frecuencia tan alta y deslumbrante por encima del mar del sufrimiento, que este breve relámpago de ventura alcanza y encanta radiante también a otras personas.
Así se producen, como preciosa y fugitiva espuma de felicidad sobre el mar de sufrimiento, todas aquellas obras de arte, en las cuales un solo hombre atormentado se eleva por un momento tan alto sobre su propio destino, que su dicha luce como una estrella, y a todos aquellos que la ven, les parece algo eterno y como su propio sueño de felicidad.
Entre los hombres de esta especie ha surgido el pensamiento peligroso y horrible de que acaso toda vida humana no sea sino un tremendo error, un aborto violento y desgraciado de la madre universal, un ensayo salvaje y horriblemente desafortunado de la naturaleza. Pero también entre ellos es donde ha surgido la otra idea de que el hombre acaso no sea solo un animal medio razonable, sino un hijo de los dioses y destinado a la inmortalidad." (...)


(..) "Soledad era independencia, yo me la había deseado, y la había conseguido al cabo de largos años. Era fría, es cierto, pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y grande, como el tranquilo espacio frío en el que se mueven las estrellas."


(...) "En medio de este mundo tan contentadizo, tan burgués, tan falto de espiritualidad. 
¡A la vista de estas arquitecturas, de estos negocios, de esta política, de estos hombres!
¿Cómo no había yo de ser un lobo estepario y un pobre anacoreta en medio de un mundo donde ninguno de cuyos fines comparto, ninguno de cuyos placeres me llama la atención?
No puedo aguantar mucho tiempo ni en un teatro ni en un cine, apenas puedo leer un periódico.
Y lo que, por el contrario, me sucede a mí en las raras horas de placer, lo que para mí es delicia, suceso, elevación y éxtasis, eso no lo conoce, ni lo ama, ni lo busca el mundo, puede que si acaso en las novedades, porque en la vida lo considera una locura.
Y en efecto, si el mundo tiene razón, si esta música de los cafés, estas diversiones en masa, estos hombres americanos contentos con tan poco tienen razón, entonces soy yo el que no la tiene, entonces es verdad que estoy loco, entonces soy efectivamente el lobo estepario que tantas veces me he llamado, la bestia descarriada en un mundo que le es extraño e incomprensible, que ya no encuentra ni su hogar, ni su ambiente, ni su alimento."


TRACTAT DEL LOBO ESTEPARIO

No para cualquiera


"Erase una vez un individuo, de nombre Harry, llamado el lobo estepario. Andaba en dos pies, llevaba vestidos y era un hombre, pero en el fondo era, en verdad, un lobo estepario.

Había aprendido mucho de lo que las personas con buen entendimiento pueden aprender, y era un hombre bastante inteligente. Pero lo que no había aprendido era una cosa: a estar satisfecho de sí mismo y de su vida. Esto no pudo conseguirlo.

Acaso ello proviniera de que en el fondo de su corazón sabía (o creía saber) en todo momento que no era realmente un ser humano, sino un lobo de estepa.

Que discuten los inteligentes acerca de si era en realidad un lobo, si en alguna ocasión, acaso antes de su nacimiento ya, había sido convertido por arte de encantamiento de lobo en hombre, o si había nacido desde luego hombre, pero dotado del alma de un lobo estepario y poseído o dominado por ella, o por último, si esta creencia de ser un lobo no era más que un producto de su imaginación o de un estado patológico. (..)




Hermann Hesse, fragmentos de su libro "El lobo estepario"



domingo, 2 de agosto de 2015

PABLO GUERRERO - ESTAMOS HECHOS DE NUBES

Catrin Welz-Stein


A CÁNTAROS 

Tu y yo muchacha
estamos hechos de nubes
pero ¿quién nos ata?
dame la mano
y vamos a sentarnos
bajo cualquier estatua,
que es tiempo de vivir
y de soñar y de creer
que tiene que llover
a cántaros.

Estamos amasados con libertad,
muchacha
pero ¿quién nos ata?
ten tu barro dispuesto,
elegido tu sitio,
preparada tu marcha,
hay que doler de la vida
hasta creer
que tiene que llover
A cántaros.

Ellos seguirán dormidos
en sus cuentas corrientes
de seguridad,
planearán vender la vida
y la muerte y la paz,
¿le pongo diez metros, en
cómodos plazos, de felicidad?
pero tu y yo sabemos que hay
señales que anuncian
que la siesta se acaba
y que una lluvia fuerte
sin bioenzimas, claro,
limpiará nuestra casa,
hay que doler de la vida
hasta creer
que tiene que llover
a cántaros. 



PABLO GUERRERO

Nació en Esparragosa de Lares, provincia de Badajoz, el 18 de octubre de 1946. 
Su vinculación a la canción nace del profundo amor a su tierra, Extremadura, y al intento de revitalizar la canción con raíces populares. 




sábado, 1 de agosto de 2015

"EL AMOR LOCO" DEL SURREALISMO - ANDRÉ BRETON

"No niego que el amor tenga disputas con la vida; afirmo que aquél debe vencer y por eso elevarse a una conciencia poética tal de sí mismo que todo lo que encuentre necesariamente hostil se funda en la hoguera de su propia gloria." (andré breton)





Junto a la poesía, la revolución, el sueño o la libertad, el amor ocupa un lugar privilegiado entre los mitos del surrealismo. 

El amor es una fuerza capaz de alterarlo todo, de trastocar los valores individuales o colectivos, de hacer añicos lo ya-sabido y transformar la vida, arrastrándonos hacia lo desconocido, pero para que el amor adquiera este carácter convulsivo ha de liberarse de las ligaduras que lo atan, debe convertirse en el amor absoluto, único, maravilloso, aquél que se sitúa por encima de cualquiera otra consideración, de la moral y de la razón pragmática, aquél que tiene su único sentido y fin en sí mismo.

En el amor surreal se busca la soledad y el aislamiento perfecto del objeto que debe brillar como estrella fugaz; pero a poco, se torna más un ideal inasequible que una verdadera singularidad. Exalta las facultades y simultáneamente las embota.

Los surrealistas, y en particular Aragón y Breton, llamaron "amor loco" a un amor producto del azar, encuentro a la vez fausto e infausto, que une el vértigo y el estrago, y que, como lo dice en ciertos versos Bretón "adora tu sombra venenosa, tu sombra mortal". 

¿Al cambiar la sociedad, cambiará (mejorará) también la forma y el contenido del amar? ¿Y, a esas horas, cuando las emociones anuncien tumultos de novedades qué Amor Loco renovado habremos de aprender a reconocer en nuestras pulsaciones revolucionarias?


André Breton (Tinchebray, 1896-París, 1966), poeta, ensayista y narrador, entró en contacto con el mundo del arte en 1916 a través del grupo Dadá. En 1924 fundó el movimiento surrealista con un manifiesto. De su obra cabe destacar "Los campos magnéticos", "El amor loco", "Nadja" o "el Diccionario abreviado del surrealismo" (Siruela, 2003), que escribió con el poeta Paul Eluard.






En "El amor loco", publicado en 1937, trata del encuentro con Jacqueline Lamba, que va a cambiar profundamente la vida de Bretón y el contenido del libro que había empezado a escribir se convierte en un relato fascinante de ese amor que nacía, concretando el carácter total de ese "amor loco", dándole forma y buscando en él la clave del amor único que es la búsqueda del tú absoluto, de lo infinito. 

Pocos meses después de conocerse, en el verano de 1934, Jacqueline Lamba y André Breton contraían matrimonio, la pareja vive una historia de amor apasionada y apasionante, en la que no sólo hay lugar para lo maravilloso, sino también para la terca realidad, se aman, pero el carácter tan fuerte de sus personalidades también hace que choquen y discutan.

Jacqueline se niega a adoptar el papel pasivo de musa del poeta, de mujer-niña a la sombra del gran padre del surrealismo, ella es pintora, es una creadora que necesita buscar por sí misma. 

Son 7 "ensayos" no directamente relacionados aunque sí interrelacionados, en orden cronológico, desde donde va expresando sus teorías, puntos de vista, vivencias, sentimientos, etc.




"Lo que he amado, lo haya retenido o no, lo amaré siempre".

André Bretón

viernes, 31 de julio de 2015

RENÉ DAUMAL (FRANCIA, 1908-1944) - HECHOS MEMORABLES

Acuérdate de tu padre y de tu madre, y de tu primera mentira cuyo indiscreto olor se arrastra por tu memoria.

Acuérdate de tu primer insulto a los que te engendraron: la semilla del orgullo quedó sembrada, resplandeció la fisura quebrando la unidad de la noche.

Acuérdate de los anocheceres de terror en los que el pensamiento de la nada te arañaba el vientre, y volvía sin cesar para picotearte como un buitre; acuérdate también de las mañanas de sol en el cuarto.

Acuérdate de la noche de liberación en la que, al caer tu cuerpo suelto como un velamen, respiraste un poco del aire incorruptible; acuérdate también de los animales pegajosos que te han vuelto a aprisionar.

Acuérdate de las magias, de los venenos y de los sueños tenaces, querías ver, te tapabas ambos ojos para ver, pero no sabías abrir el otro.

Acuérdate de tus cómplices y de los fraudes en común y de ese gran deseo de salir de la jaula.

Acuérdate del día en que desgarraste la tela y te apresaron vivo, inmovilizado ahí mismo en la batahola de bataholas de las ruedas que giran sin girar, contigo adentro, cogido siempre por el mismo instante inmóvil, repetido, repetido, y el tiempo no daba sino una vuelta, todo giraba en tres sentidos innumerables, el tiempo se cerraba al revés ( y los ojos de carne sólo veían un sueño, sólo existía el silencio devorador, las palabras eran pieles secas, y el ruido, el sí, el ruido, el no, el alarido visible y negro de la máquina te negaba), el grito silencioso "Yo soy" que el hueso oye, por el cual muere la piedra, por el cual cree morir lo que nunca fue. Y tú no renacías a cada instante sino para ser negado por el gran círculo sin límites, todo pureza, todo centro, todo pureza salvo tú mismo.

Y acuérdate de los días que siguieron, cuando marchabas como un cadáver hechizado, con la certidumbre de ser devorado por el infinito, de ser aniquilado por la existencia única de lo absurdo.

Y acuérdate sobre todo del día en que querías arrojarlo todo, de cualquier modo. Pero un guardián vigilaba en tu noche, vigilaba mientras dormías, te hizo tocar tu propia carne, te hizo recordar a los tuyos, te hizo recoger tus andrajos.

Acuérdate del hermoso espejismo de los conceptos, y de las palabras conmovedoras, palacio de espejos construido en un sótano. Y acuérdate del hombre que vino y lo rompió todo, te tomó con su tosca mano, te arrancó de tus sueños y te obligó a sentarte sobre las espinas del pleno día. Y acuérdate de que no sabes recordar.

Acuérdate de que todo se paga, acuérdate de tu felicidad, pero cuando te trituraron el corazón, era ya demasiado tarde para pagar por adelantado.

Acuérdate del amigo que te tendía su razón para recoger tus lágrimas brotadas de la fuente helada que violaba el sol de primavera.

Acuérdate de que el amor triunfó cuando ella y tú supisteis someteros a su fuego ansioso, rogando morir en la misma llama.

Pero acuérdate de que el amor no es de nadie, de que en tu corazón de carne no hay nadie, de que el sol no pertenece a nadie, ruborízate al contemplar el cenagal de tu corazón.

Acuérdate de las mañanas en que la gracia era como una vara amenazadora que te conducía, sumiso, a través de tus jornadas, ¡bienaventurado el ganado bajo el yugo!

Y acuérdate de que entre sus dedos entumecidos tu pobre memoria dejó escapar el pez de oro.

Acuérdate de los que te dicen: acuérdate. Acuérdate de la voz que te decía: no caigas. Y acuérdate del placer equívoco de la caída.

Acuérdate, pobre memoria mía, de las dos caras de la medalla. Y de su metal único.      






René Daumal

HECHOS MEMORABLES (poesía negra, poesía blanca)
     

LO AJENO - CELIA GÓMEZ

Charles Courtney Curran (1935)


lo ajeno

el mar llama y yo escucho
quizás la total tristeza de la noche y sus habitantes,
quizás el corazón de un extraño.
contemplo lo ajeno y lo deshojo como una flor
que vuelve a nacer de su propia ausencia.

la sed me arrastra entre ecos nocturnos
en una incesante búsqueda de las visiones lejanas,
siluetas y metamorfosis de los gatos al amanecer.
pero el corazón está vacío.

mi cuerpo se derrumba de anhelo;
me he perdido en esta soledad cotidiana,
vagando sin rumbo por páramos de incertidumbre
al igual que un animal salvaje
dispuesto a abalanzarse sobre cualquier sangre,
un animal herido, un animal abandonado de la mano de dios.

no duraré mucho en este hogar de silentes huesos,
entre paredes que me aprisionan
en el recuerdo de las caricias que escapaban de nuestras pestañas.
pero ya no sé, de tu pecho rasgado, de tu voz soñada, ya no sé.

la quietud me invade como un metal en su último bosquejo;

sí, yo soy la palabra no pronunciada, la viruta de óxido
desprendida del olvido. ¿qué haré?
con estas ansias de salir del mapa, de saltar sobre nieve virgen,
de correr bajo la sombra
de las nubes éternelles. qué haré con esto.


© Celia Gómez, julio 2012